viernes, marzo 09, 2007

CÁNIDOS

La noche ya ha retomado el control del mundo... se posa sobre la faz de la tierra cubriéndolo todo, protegiéndolo todo, calmándolo todo; la brisa dobla las palmeras, las hace danzar al ritmo de una triste melodia, casi un ritual secreto.

La vida pasa frente a nuestros ojos y el mundo gira a la misma velocidad siempre, no importa lo que suceda, al final nadie es indispensable.

Como mariposas revoloteamos a traves de la vida sin rumbo, casi al azar, se nos ha dotado de alas para poder aparentemente elegir nuestro destino, pero en realidad somos presa del viento, de la lluvia y de mil adversidades que al final son las que verdaderamente determinan nuestro futuro. Y nuestra vida, fugaz, pasa inadvertida para muchos, y en unos instantes ya no seremos recordados.

No somos nada, no somos nadie, vivimos y morimos, y simplemente cumplimos una función dentro de un ecosistema que existe prácticamente sin intención alguna, somos el resultado de la inercia generada de una gran explosión que conocimos durante nuestros años de vida como el "Big Bang" principio de todo... nosotros... solo el resultado, solo la consecuencia inmediata de un hecho sin importancia y como la mayoría, al azar.

Sin embargo, las pequeñas partículas que se mueven a nuestro alrededor nos dan la sensación de existir, y nuestro eterno egocentrismo humano nos hace protagonistas de aquello a lo que llamamos vida, somos el centro de todo y nadie podría hacernos pensar diferente, como si existiera alguien que pudiera contradecirnos... es estúpido decir tener la razón cuando no hay nadie más que pueda opinar diferente.

Rauda la noche invade todo el espacio, como siempre, el mismo ciclo ocurre miles de veces una y otra vez. Y nosotros nos preocupamos por todas aquellas pequeñas insignificantes cosas que suceden a nuestro alrededor. Jugamos a llamarnos humanos, e inventamos una mentira en la que nos refugiamos todos los días de nuestra vida para no sentir la incertidumbre de no ser nada, y de no saber qué podría suceder en el instante siguiente.

Asumimos papeles y montamos una gran obra de teatro donde todos somos protagonistas, inventamos personalidades, formas de pensar y tratamos de diversificar al maximo para ser originales, logrando solo uiformarnos más.

Desafortunadamente para nosotros, no somos tan buenos actores y cada segundo en algun lugar del mundo alguien olvida las líneas de su parte y deja al descubierto la triste naturaleza humana, mostrando que solo somos animales, que nacemos, vivimos, nos reproducimos y morimos como cualquier otro, con la diferencia de que le damos una explicacion a todo lo que hacemos.


Al final, todos buscamos seguir con el ciclo de las cosas, irónicamente cada vez que alguien olvida las líneas de su parte del libreto lo calificamos como "malo", dándole importancia inútil y no aceptando ser ésa nuestra naturaleza...

...al final... todos somos una manada de perros y de perras que al igual que nosotros los humanos, los machos superan en número a las hembras en el momento del cortejo y ellas se pasean frente a sus zánganos ofreciéndo y regalando su preciado manjar para ser fecundado y lograr el mantenimiento de la especie.

Lo verdaderamente interesante, es cómo vemos a esas otras pequeñas e insignificantes mariposas convertirse en demonios de fuego que arrancan con sus garras nuestros corazones, los hacen pedazos, cuando nunca en realidad existió tal bella mariposa, siempre fué un animal más en el macabro equilibrio de una cadena alimenticia, en el sádico equilibrio de un ecosistema funcionante.

Añadimos sentimientos y sensaciones a todo lo que hacemos, y nos hacemos cada vez mas a la idea de ser protagonistas de todo, olvidando nuestra predestinada y triste existencia por azar, matizando con mil colores nuestro revolotear por la vida, engañándonos todo el tiempo sin ver que solo somos perros...y perras.

Luis Alberto Parra Hernández

ESTOY MUERTO

¿Estoy muerto?... no lo sé... pero se siente como si lo estuviera.

Quisiera decir que el alba arriba por mi ventana, y que las primeras líneas de luz la atraviesan, pero no es así; el sonido metálico de algún aparato irrumpe imprudente sin ningún tipo de consideración el silencio sagrado que hasta ahora reinaba, solo demostrando cuán fútil es el intento de Sony Ericsson por componer una dulce melodía... Tengo algún estado de conciencia, pero no estoy vivo, sigo muerto, apenas la conciencia suficiente para odiar aquel sonido, apenas la conciencia suficiente para odiar lo que me espera.

Vuelvo a morir. No pude evitarlo...

Milenios mas tarde siento la mano desesperada de alguno de mis familiares, la mano joven y juguetona de mi hermana, la delicada y cansada mano de mi madre, y algunas veces una mano mucho más grande y tosca, trajinada por los años, es mi padre. Alguno de ellos, o varios me tocan tras el cristal de mi féretro queriendo por algún acto de magia divina lograr resucitarme, volverme a la vida, pero no lo logran pues estoy muerto, se supone que es un acto irreversible por lo menos para nosotros los pobres y desdichados mortales.

No importa cuanto quieran, no van a lograrlo.
Y es que estar muerto no es tan malo, se siente bien... mentira... no se siente, pero es precisamente por eso que me gusta.

Las palabras de mis familiares y sus caricias se tornan cada vez mas desesperadas, a veces se detienen por momentos y vuelven mas tarde exasperadas queriendo levan
tarme cual Lázaro.

No me importa, no quiero moverme, me gusta estar muerto, y aunque quisiera moverme no podría. Los llantos sobre mi cadáver cesan, y es entonces la mano helada, hecha de miles de agujas de nieve quien me sobresalta, congela mi alma. Debe ser el aire acondicionado de la morgue... no se siente bien... mejor seguir muerto, ojala no sea así todo el tiempo.

Quiero verme a mi mismo, así que decido levantar mi espíritu y separarlo de mi cuerpo inanimado, soy un espectro, me veo a mi mismo allí tendido, sin vida. Que triste se ve... pero... al mismo tiempo es tan pleno; de mis párpados cuelgan dos cadenas de acero relucientes que conectan con dos yunques en el piso, ¿para que son? ¿Acaso puedo levantarme? Que cosa más ridícula; mis pies y manos se encuentran amarradas también, y de ambos costados de mi cuerpo hay dos brazos espectrales que tiran de mí hacia abajo, que tratan de hundirme, de llevarme.

Dejo mi cadáver en su lucha con algún demonio y veo por la ventana, el cielo está oscuro es de madrugada, probablemente las cinco, no hay hora que odie mas, la recuerdo de cuando vivía. Recuerdo todas aquellas veces que tuve que contemplar el cielo asqueroso de las cinco de la mañana, cielo aquel que es intermedio en todo, que no se define aún, que es frío que interrumpe la hermosa noche, que acaba con una buena parranda o con un apacible sueño, aquel que cuando lo contemplas siempre tienes un sabor amargo en la boca, y en tu estómago sientes las sensaciones mas extrañas que no alcanzas nunca a definir, que nunca supiste si era hambre o ganas de vomitar, aquellas que intentabas calmar con el desayuno que nunca cayó realmente bien.

...y es que a esa hora... nada cae bien.

Pobres vivos, pobres mortales, pobres los que tienen que seguirlo viviendo, yo ya estoy muerto y estoy feliz, igual hace rato ya que no sentía ganas de despertar. Insisto en lo mismo que insistí durante mi vida, El creador se equivocó, debí ser vampiro, haber vivido en la oscuridad tibia y eterna de la noche. Dentro de poco podré reclamarle personalmente, ¿así se dice? Ya estoy muerto, supongo que sería reclamarle espiritualmente.

Vuelvo la vista de la ventana y retomo la contemplación de mi cuerpo sin vida, ahora noto la presencia de algo que no había visto antes una lanza atraviesa mi pecho, haciendo uso de mis vagos conocimientos de la medicina que ahora me son tan inútiles, asumo que por su localización ha debido atravesar mi corazón sin duda alguna. Probablemente la causa de mi muerte.

De repente...un sonido estruendoso, metálico, horrible, se escucha, viene de todas partes, un vórtice gigante se abre ante mi, me succiona y no puedo evitarlo viene desde mi cadáver, me succiona...

...¿Qué es esto?...

...Silencio, quietud...

...no ocurre nada, no puedo moverme, no puedo abrir mis ojos, que sensación tan desagradable...

...se parece a....

¡No! no puede ser. No podría soportarlo, necesito irme al mas allá, no puede ser que esté sucediendo de nuevo. Tantas veces repetirse tantas veces iguales todas iguales, sin significado, sin motivo, sin ganas…no quiero, estoy cansado. Estoy cansado, juro que no lo soporto. Mi mano derecha se libera, necesito comprobarlo, dirijo mi mano a mi ojo derecho y me encuentro con la terrible verdad...

Las cadenas están allí, la lanza sigue donde ya hace rato se encontraba, las mismas malditas ganas de vomitar, el mismo frío que hela mis huesos, la misma falta de significado. Retiro una cadena y abro un ojo. Es tan triste que no puedo llorar, es tan triste que todo esto que he dicho antes se hace tan ridículo.

Los rayos de luz entran por mi ventana, no deben ser las cinco, debe ser mas tarde...Ahora lo entiendo todo...sigo vivo, como siempre. Retiro las cadenas de mis párpados, y las ataduras de mis manos y pies. Me levanto con cuidado de manera que la lanza no me haga mucho daño, la dejo ahí donde debe estar.

Empieza otro día, hace rato que no tenia un sueño tan bonito, lástima que fuera sólo un sueño, que espantoso volver a empezar…que desesperante regresar a la realidad... que frustrante otra vez...

...¡Mierda! Voy tarde.


Luis Alberto Parra Hernández